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Cantante de reggaeton dice “Dámelo todo” pero no especifica el qué

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El cantante de reggaeton Mochito Yandel presentó ayer una de sus últimas composiciones musicales, titulada «Dámelo todo», en la cual no especifica en ningún momento qué es lo que quiere que le den. Esta ambigüedad mantiene a los expertos en vilo y arroja múltiples interpretaciones que se contradicen entre ellas.

«¿Quiere obtener el todo entendido como el conjunto de lo existente? ¿O bien se refiere a todo lo que tiene alguien en particular? La obra no da pistas, al menos que yo sepa», reconoce el doctor Manuel Robena, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid.

La letra de «Dámelo todo» está siendo analizada en distintos centros académicos, mayoritariamente en Europa, y son muchos los que dudan de que el «todo» que pide Mochito Yandel sea la totalidad de lo que es.

«No escribe ‘todo’ con mayúscula inicial, de modo que estaríamos hablando de la totalidad del contenido de un subconjunto de lo existente», argumenta la filóloga Isabella Bidaggio, del Centro Hans-Georg Gadamer de Florencia. «Yandel no está apelando a un enfoque totalizador metafísico, no es el rollo que a él le va», precisa.

También hay dudas sobre a quién se lo está pidiendo

Otros, sin embargo, no descartan la posibilidad de que la transcripción del título de la canción corriera a cargo de los responsables de la discográfica MUÉVELO NENA RECORDS y que éstos no tuvieran a bien contemplar el matiz de las mayúsculas. «Yandel sigue la tradición de los antiguos juglares. Quiero decir con esto que no da tanta importancia a la palabra escrita como a los versos que le salen de dentro conforme canta e improvisa», confirma un profesor de la Universidad de Königsberg, Helmut Rattel.

«Nadie en su sano juicio pediría la totalidad de lo que existe, principalmente porque nosotros mismos formamos parte de ese todo y, por consiguiente, no tiene sentido que alguien se pida a sí mismo», insiste Bidaggio.

Sin embargo, Rattel matiza: «Si yo pido todo es porque no tengo nada. O, al menos, porque siento que no tengo nada. No es imposible sentir que no somos dueños de nosotros mismos. Por tanto, desde este enfoque psicologista, Mochito Yandel no estaría haciendo otra cosa que constatar la pérdida de control sobre la propia identidad y, en general, sobre todo aquello que deviene. Y ese factum heraclíteo lo proyecta en el otro, a quien pide asideros para tomar control de su ser y del ser de todo lo que le envuelve. Visto así, es una putada lo que le está pasando al chaval».

Rattel cree que «Dámelo todo» es, pues, un «grito de auxilio del hombre postmoderno que, envuelto en el imparable ritmo sabrosón, siente que necesita volver a lo estable, a ese primer motor inmóvil aristotélico que da sentido a las cosas. Estamos hablado de Dios».

El catedrático Manuel Robena discrepa de este análisis: «La tesis de mi compañero germano tendría sentido si Mochito Yandel dijera ‘Devuélvemelo todo’. En tal caso, no habría tanta ambigüedad porque, en efecto, el autor estaría pidiendo ese asidero ontológico al que hace referencia mi colega: algo que siente que ya no tiene, pero que sin duda tuvo. Pero es que no es así: en la canción pide todo, y todo es todo. Lo que tenía, lo que nunca tuvo y quizá lo que no ha tenido nadie».

Robena considera, además, que el enigma es doble: «No sabemos qué pide pero tampoco sabemos a quién se lo está pidiendo. Normalmente, el objeto de toda apetencia tiene que ver con ‘mami’ o con ‘mamita’, pero aquí no se especifica. Joder, es que no sabemos nada de nada», lamenta.

La hermeneuta italiana insiste en que no hay que abandonar el enfoque realista: «Llevo años siguiendo la trayectoria de este tío, incluso cuando empezó cantando con Jayko ‘El prototipo’, y puedo asegurar que es siempre muy gráfico, habla bastante claro y generalmente de asuntos mundanos. Cualquier perspectiva metafísica estaría traicionando este espíritu más materialista y lo lógico es ser fieles al estilo del autor. Por tanto, yo vuelvo a reiterar lo mismo: si pide algo, se lo pide a alguien que se lo puede dar. Y no puede ser el todo porque se trata de una petición inasumible que solo conllevaría frustración para el que pide y para el que da. Sigamos dándole vueltas porque la salida fácil, la del misticismo y la ontología, no es la que estamos buscando».

«¿Pide un ser o pide un ente? Porque, coño, no es lo mismo», se pregunta Robena, que concluye que, en cualquier caso, «ante el vicio de pedir está la virtud de no dar».


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